Al frente, Alcaldesa

Excelentísima señora Ada Colau, alcaldesa de Barcelona:

Como ciudadano y contribuyente de nuestra cara Barcelona (digo cara en el sentido de amada, aunque también en el del precio que hay que pagar para vivir en ella), con todo el respeto y la consideración que su persona y la institución que usted preside me merecen la escribo.

Es usted mi alcaldesa porque lo es de todos los barceloneses y quiero decirle lo mucho que me agrada que nuestra primera autoridad, nuestra representante más cercana, sea una mujer. Pero eso no obsta para decirle también que me parece ridículo el doble lenguaje que suele utilizar y que en vez de a los ciudadanos se dirija usted a “la ciudadanía”, palabra que suena tan mal como “populacho” sobre todo porque está traída a este mundo con forceps: ciudadanía –española, por ejemplo, o canadiense como son ambas dos las de mi nieta– es la condición de ciudadano, la cualidad y los derechos y deberes que asisten y obligan al ciudadano y no el promiscuo revoltijo de ciudadanos y ciudadanas a que usted se refiere, pese a que los doctos correspondientes de la Real Academia contemplen, vencidos, este sentido en aras a una falsa corrección política impulsada por pesados/pesadas que suelen para colmo tenerse a sí mismos/ mismas por lo más políticamente incorrecto, rompedor y hasta antisistema que se ha inventado/ inventada. Pero este es otro asunto.

Yo la escribo, alcaldesa, porque quiero hacerle notar que si bien a todos los efectos la considero mi representante, tengo a menudo la impresión de que no me siento correspondido. Es decir, que usted no me considera su representado. Va usted preciándose, sobre todo en estos infaustos días, de que Barcelona es plural en ideas, rica en su diversidad cultural, distinta en su composición social, múltiple y variada en sus colores y acentos, pero toma usted decisiones que no se compadecen con esta pluralidad sino más bien con una concepción parcial, menor y limitada de la ciudad, de los ciudadanos que la forman y de la manera de ejercer el poder (porque se trata de poder: tiene usted en sus manos 2.700 milones de euros, alcaldesa; eso es poder).

En Barcelona hay pobres pero la asistencia social y la dignificación de los barrios no las ha inventado usted. Ni siquiera ha tenido que gastar en ello más de la cuenta. Barcelona lo ha hecho durante décadas y esto ha resultado en una ciudad cohesionada, habitable, vivible (y cara y querida). Hay pobres en Barcelona y también hay ricos. Tiene usted la obligacion de atenderlos y de exigirles colaboración (y lograrla) para que vuelvan a invertir en cultura, en museos, en música, en enseñanza, deportes, vivienda, beneficencia, investigación y lo que haga falta. Y hay una clase media, el grueso de la población, que está viendo, inquieta y a veces indignada, como es usted incapaz de poner orden en las playas y en las calles y hacer algo tan sencillo como que la guardia urbana impida, como en tantos países de nuestro entorno, comportamientos incívicos, que circulen borrachos que gritan y orinan donde quieren, que la gente no ate a los perros, que las bicis vayan por donde les dé la gana, que no paguen el metro, que se vendan cervezas y mojitos insalubres y el top manta campe y acampe por doquier. ¿Cumplir las ordenanzas y hacerlas cumplir no le parece elemental para asegurar la buena convivencia? Lo es y es tarea sencilla a condición de que acepte que tiene usted el mando de la guardia urbana y no tenemos ya edad para practicar el happy flower y tomar a las fuerzas del orden de nuestra democracia por criminales represores al servicio del capitalismo internacional. No es tan difícil, alcaldesa, a condición de que crea en las instituciones. Y a eso iba.

Porque me ha dejado preocupado esa dejación, tal vez bien intencionada pero permítame que la califique de improcedente, que ha hecho usted del cargo que ostenta. Es un mal síntoma renunciar a encabezar la manifestación con la que sus ciudadanos vamos a responder en masa al terrorismo. La alcaldesa de Barcelona no puede hacer eso. No puede pensar que ella no es la primerísima representación de esta “ciudadanía” a la que cede la cabecera de la manifestación. Como si no fiuera, además, el grueso y no la cabecera lo más importante.

Señora alcaldesa: le ruego que se pregunte, si no lo ha hecho ya, si esta actitud no es un menosprecio a la institución que usted tiene la obligación de honrar, prestigiar y hacer respetar, una institución que viene de muchos siglos atrás y que nos representa a todos los ciudadanos, al pueblo de Barcelona. Sin instituciones y organización el pueblo no es nada; es una abstracción, una masa informe, inútil e inerme. Un pueblo necesita leyes e instituciones para prosperar, tener estabilidad y progreso, asegurar la convivencia y defenderse de los abusos de los poderosos y de los ataques también de locos como esos asesinos de la Rambla.

Póngase al frente, alcaldesa, póngase las pilas, intente comprender la importancia del cargo y del lugar que esta ocupando y hágase digna de la institución y de la ciudad. Es inimaginable que su amiga y colega de París no se pusiera no solo delante sino además vara en mano y con la tricolor en bandolera. Y el pueblo, los ciudadanos, orgullosos detrás, arropándola y arropados por ella. Esto es la democracia, la solera, el civismo, la civilización y la historia.

Póngase al frente, alcaldesa, que Barcelona no está ahora mismo para bromas. Por favor.

Jaume Boix, director de El Ciervo

Compartir